Churtichaga + Quadra-Salcedo

Centro Cultural Pedro de Tolosa, Villa del Prado (Madrid).

Josemaría Churtichaga y Cayetana de la Quadra-Salcedo forman el estudio ch+qs. Su obra ha sido premiada en numerosos concursos, y ha sido ampliamente publicada en revistas nacionales e internacionales. Recientemente una de sus obras, la Cineteca del Matadero, ha sido elegida por los lectores de ArchDaily como mejor edificio del año 2012 en la categoría de rehabilitación, además de recibir el Premio A+, el primer Premio COAM y el FAD .

Este dossier contiene, además de la entrevista, fotografías, planos y memoria del proyecto.

¿Cuál fue vuestra primera vez?
Una rehabilitación de una antigua casa de labor en Villa del Prado, uno de los pueblos agrícolas del extremo de Madrid. El programa consistía en hogar de ancianos, una bodega que aparecía como elemento etnográfico que había que conservar y centro cultural del pueblo con los usos típicos (salón de actos, sala de exposiciones y un par de aulas para actividades).

¿Como conseguisteis el encargo?
En la Comunidad de Madrid había una Consejería de Administraciones Públicas que luego pasó a ser Agricultura, en ella trabajaba Fernando Espuelas. Fernando fue una figura que durante años, estando en la administración, apostó por hacer buena arquitectura en los pueblos.

Le encargó a Juan Navarro el centro cultural de Villanueva de la Cañada estando trabajando con él. Estuve en la dirección de obra, a Juan no le gustaban las obras y nos mandaba a nosotros. Estaba allí todo el día y por eso conocí a Fernando bastante bien. Hicimos una buena relación y cuando dejé el estudio de Juan, en año 95, me llamó para ver si me apetecía hacer un proyecto juntos. Me lo propuso como socios porque él también redactaba de vez en cuando proyectos y durante el anteproyecto no pudo continuar porque no tenía tiempo. Llegamos al acuerdo de que continuáramos a cambio de unos honorarios ridículos y sin cobrar la dirección de obra. En esa época era lo de menos, teníamos claro que lo que queríamos era construir.

Fernando Espuelas se saltó todos los mecanismos, hizo lo que quiso pero provocó un efecto buenísimo. Lleno la Comunidad de Madrid de pequeñas buenas obras de grandes arquitectos (Navarro, Carlos Puente, López Cotelo…y rescató a Fisac cuando llevaba años sin construir) la generación que habían sido nuestros profesores. Luego cogió a la gente joven que le parecía buena y empezó a repartir como el maná. Era una persona que no se movía por ningún interés excepto su amor por la arquitectura. Así es como trabajó toda la generación joven en aquella época. Todos estamos encantados de haberlo hecho porque nos abrió las puertas. El círculo vicioso que tienen ahora los jóvenes es que como no han hecho nada no pueden hacer nada y como no pueden hacer nada no van a hacer nada… Están atrapados en la falta de oportunidades.

¿Cómo fue el proyecto?
Queríamos anclar el edificio a las tradiciones, al sabor del pueblo. Todo este edificio, aunque está muy alejado de soluciones tradicionales, utiliza los mismos materiales.

Nos encontramos una casa construida en adobe, en un estado lamentable. Durante el proceso de obra hubo unos días de invierno de lluvias persistentes seguido de días de sol y al empaparse y secarse rápidamente sufrió fuertes contracciones. Se vino abajo la zona de adobe y quedó el basamento que protegía la zona de la bodega. Dos fachadas habían quedado parcialmente derrumbadas y decidimos respetar los huecos, cancelar un poco la decoración que tenían y hacer una arquitectura más abstracta.

En ese momento estábamos investigando la fábrica armada. Había estado en el año 94 en Uruguay y en Argentina trabajando 11 meses y allí tuve contacto con Eladio Dieste. Cuando volví a España estaba con muchas ganas de renovar esa técnica.

En esa primera etapa del estudio buscábamos soluciones integrales que nos resolvieran todo de un golpe, estructura, cerramiento y acabado. No queríamos una arquitectura a base de capas y ocultando las cosas sino una arquitectura muy sincera con este material, explotarlo al máximo, llevarlo a su máxima expresión. Fue un laboratorio de soluciones, vigas huecas, vigas pared, bóvedas, escaleras… Absolutamente todo es cerámica armada.

ch+qs

Era bonito porque era una obra para ancianos que estaban todo el rato mirando las obras, como en los chistes. Era la etapa en la que había que equipar España. Todos los pueblos de Madrid tuvieron su centro cultural, su biblioteca, los más privilegiados incluso una piscina cubierta. Este no era un pueblo rico y tenía su infraestructura básica. Esta obra ahora sería menos posible más por la situación social que por problemas arquitectónicos. La sociedad ha cambiado y ahora un alcalde no estaría dispuesto a dejarse dirigir, querría llevarlo todo él. Ya no hay fe en los arquitectos ni en los técnicos. Ahora la gente está muy descreída.

¿Y la obra?
La dureza de la obra, o la aventura, fue constructiva. Era convencer y conseguir que en España la cerámica armada se siguiera pudiendo hacer, que no era una solución tan cara ni tan intensiva en mano de obra como parecía. Hacer las tres cosas a la vez, estructura,cerramiento y acabado en el fondo podía ahorrar dinero y eso lo demostramos.

Me gusta muchísimo la obra y es, además, donde sacamos lo mejor de nosotros mismos, donde nos reinventamos y cambiamos muchas cosas. Nosotros en las obras nunca, y eso es una desgracia, hemos respetado al 100% nuestro propio proyecto. La arquitectura como proceso creativo tiene plazos muy largos, te das cuenta cuando construyes. Lo que tu proyectas normalmente lo acabas construyendo a los 2 o 3 años y ya eres otra persona. No significa que renuncies a lo que has hecho pero estás en otro sitio, has madurado, has cambiado, ahora te interesan otras cosas. Eso nos pasa a menudo e intentamos introducir bastantes cambios, y aquí eso también pasó.

Tuvimos mala suerte con la contrata, no estudiaron mucho el proyecto, pusieron sus precios y luego se encontraron con que tenían que construir con un sistema que no habían hecho nunca. Al principio se asustaron, quisieron cambiarlo todo. En ese momento, en Alcalá de Henares, un arquitecto que trabajaba con el obispado había encargado a Eladio Dieste una obra. Fuimos allí y encontramos una cuadrilla de obreros instruidos en esta técnica. Les contrataron y a los pocos meses de empezar la obra les echaron porque se dieron cuenta de que no era tan complicado y decidieron que lo podían hacer ellos con su gente. Eso demuestra que no es una técnica tan difícil, en realidad es vencer la resistencia inicial.

Tuve un aliado fantástico, Joaquín Riveiro Pita, un aparejador de la Comunidad de Madrid. Desde entonces somos íntimos amigos. Una unión bastante productiva, un aparejador con muchísima experiencia con un arquitecto joven y loco como yo que quería hacer barbaridades.

Los jefes de obra también era gente joven, bien formada, y estaban ahí a pelear la obra y a sacar rendimiento económico para la empresa. Joaquín se cargó a 5. Curiosamente 3 de ellos han acabado siendo amigos nuestros, para que veas la perversión. Tenían instrucciones claras de boicotear todo lo que significara gasto e intentar coger el camino más corto. Estos aparejadores fueron despedidos de la empresa al cabo de los años e incluso dos de ellos nos llamaron para hacer obras. La vida da muchas vueltas y mantenerte en una postura profesional e implacable en el fondo te produce reconocimientos al final.

Vivimos situaciones marcianas. En la cerámica armada el sistema de paredes dependiendo de la alternancia de carga de las bóvedas a veces tienes tracciones en las paredes, o momentos en el encuentro de la viga pared con la cimentación por lo tanto tiene que haber unos conectores, unos arranques que son de armadura. Cuando llegamos a la ferralla de la cimentación nos encontramos con que esas esperas no estaban, se les había olvidado ponerlas y habían hormigonado. Les mandamos hacer unos taladros con resina y que metieran unas esperas, todo replanteado, y la semana siguiente veríamos arranques de los muros. Cuando íbamos en el coche de vuelta a Madrid Joaquín, el aparejador, dió media vuelta. Esa fue la primera, estaban arrancando los muros sin poner la armadura. A ese nivel… Estaban locos! No era jugar con ahorrar un dinero, era una aberración.

ch+qs

Fue una empresa muy desleal, creando situaciones bastante desagradables. Con 28 años, en un momento malo de la obra, encargaron un informe que presentaron al director general y al alcalde diciendo que el edificio se caía y había que desalojar. Fue una situación horrorosa y lo único que se me ocurrió fue decirle al director general que al tener tantos problemas con la empresa me daba la sensación de que querían sacarme de la circulación. Le pedí un informe alternativo. Una empresa externa dijo que no encontraba nada raro, que era una técnica poco convencional, que la cerámica armada no se había hecho nunca en España pero hicieron un par de pruebas de carga y vieron que la estructura aguantaba más de lo que estaba proyectada. Y ahí se quedó la cosa. Las canas que tengo son de esa obra. Fue una situación muy dura. Al principio eres más radical, o más romántico, igual ahora se llevaría de otra manera. Habría echado directamente a la contrata, en vez de a los jefes de obra.

Esta obra para nosotros fue un doble máster. Un máster constructivo porque pusimos a prueba y a punto todas las soluciones de cerámica armada que luego aplicamos de manera parcial a la biblioteca de Villanueva de la Cañada y a otras obras. Aquí lo que hicimos fue un laboratorio, todo lo que podamos hacer en fábrica armada para aprender. Y un máster de lo que significa la labor del arquitecto en la obra. En la siguiente obra ya no me han pasado ni la mitad de las cosas o he estado más alerta. Deslealtad, mentiras, trucos… Fue un máster de gestión, de lo dura que es la profesión y la obra.

Me di cuenta de la importancia que tiene el cliente. Ese triángulo que muchas veces nos empeñamos en cargarnos entre cliente, contrata y arquitecto aquí se demostró esencial. El arquitecto tiene que ser una figura independiente que no solamente está persiguiendo un proyecto determinado sino que está haciendo que eso sea razonable económicamente, constructivamente viable y que no se produzcan situaciones injustas. Ese triángulo es muy importante y hoy por hoy está muy amenazado. Cuando el contrato es de proyecto y obra estás aliado con la contrata y se producen situaciones muy escabrosas. Te dicen, te pago yo y haces lo que yo te digo. Pues si y no. En esta obra esa figura la aprendimos muy bien.

También es importante la seducción de la obra. Aquí hubo un momento en que se produjo a pesar de las órdenes de la empresa. Con el encargado hubo muy buen rollo, un tío modesto y encantador. Al cabo de los años me lo encontré porque se quedó sin trabajo y me pidió una carta de recomendación. Me contó que se había hecho una casita en el pueblo de cerámica armada. Ese para mi fue el mejor piropo que me han dado en la vida, que una persona del mundo de la construcción, albañil, te diga eso… fue como un chispazo. Probablemente que esta obra se acabara dependió mucho de ese personaje, Manolo, de esa seducción. En las obras tiene que haber un momento en que todo el mundo esté seducido y todo el mundo esté encantado porque está haciendo algo más que simplemente colocar ladrillos. Esa es clave!

Fue una obra completa en lo bueno y en lo malo. Yo reivindico la aspereza que tuvimos en esa obra como campo de aprendizaje.

Tengo la ilusión de volver a hacer algo con cerámica armada. El mundo de las estructuras de ladrillo y las bóvedas tabicadas siempre me ha interesado pero también lo relaciono con toda la obra de Le Corbusier última, en la India, y la obra de Kant en ladrillo. Ahí es donde vimos que el ladrillo se podía reinventar, que no era un material tan antiguo y que puede adaptarse a situaciones contemporáneas. Cuando estuvimos en la India, en año 95-96, fui a Ahmedabad a ver las obras de Le Corbusier y conocí a Balkrishna Doshi, el arquitecto indio que contrató Le Corbusier para llevar sus obras cuando era aún un chaval. Me enseñó su casa y la villa Kathpalia y vi que había mucha afinidad. El año pasado volví y fui a visitarle. Le enseñé, llevaba un ordenador porque había estado dando unas conferencias, todas las obras del estudio de fábrica armada y se quedó fascinado, dijo que era muy indio. Propuso hacer algo juntos. Por eso, nunca se sabe, igual terminamos haciendo algo en India. Creo que la cerámica armada tiene posibilidades incluso de gran escala y la arquitectura india es el sitio perfecto.

¿Habéis vuelto?
Hace años que no vamos. Volvimos cuando estaba funcionando. Estaba todo lleno de plantas, de ficus, de carteles pegados con celo, lo típico. Hace poco volvió Joaquín, el aparejador, y me contó que la parte de los ancianos estaba muy chavolizada, llena muebles. Habían cambiado el suelo, un suelo de tarima industrial, y han puesto un gres castellano. Pero me dijo que el resto estaba bastante bien.



2 Comments

  1. Me encanto el artículo, sumamente claro y preciso. Felicitaciones!

  2. Fantastico artículo. La obra por descontado, pero me interesa conocer lo que no se ve, la experiencia constructiva. Cuando uno ve una gran obra no sé por qué se imagina que la construcción fue un mundo de rosas.

Deja una respuesta