“De pequeño me daba vergüenza cantar, cuando me lo pedía mi familia me iba a otra habitación. Pero de adolescente percibí cuál era mi potencial y superé esa vergüenza”
Germán Coppini (Santander, 1961) es una de las voces más personales del pop español. Fue cantante de la primera época de Siniestro Total para luego formar junto a Teo Cardalda, entre otros, Golpes Bajos, un grupo que ocupó un hueco suyo y solo suyo en el pop de mediados de los 80, gracias a canciones memorables como No mires a los ojos de la gente, Malos tiempos para la lírica o Cena recalentada. Golpes Bajos tuvieron una duración fugaz, y después Coppini se lanzó en solitario, etapa de la que ahora reedita El ladrón de Bagdad (1987) y Flechas negras (1989), discos que se pueden pedir en su facebook. Actualmente, Coppini encabeza Lemuripop, un dúo de pop electrónico con el que ha editado su segundo álbum, Todas las pérdidas crean nudos.
Pero vayamos al principio: por el trabajo de su padre, Coppini acabó pasando su adolescencia en Vigo: “Vivir en aquellos años en un sitio tan recóndito como Vigo era espantoso”, recuerda: “Había cuatro raros y lo demás eran paisanos. Y los pocos conciertos internacionales que pasaban por allí (cosas de rock celta tipo Alan Stivell o Camel) yo no me los podía permitir, no tenía dinero”.
Pero a finales de los 70 llegó al punk… incluso a Vigo. “Yo el punk lo viví con euforia y con ganas, y el poco dinero que ahorraba me lo gastaba en discos”, cuenta Coppini, que en esos años compuso su primera canción: “Tenía un grupo de instituto, Coco y los del 1.500, con unos amigos, los hermanos Soaje, que tenían una casa de veraneo y nos íbamos allí con las cervezas y los canutos. Una de las primeras canciones que hicimos era El verano, una canción hilarante tipo Ejecutivos Agresivos. Una estupidez como la copa de un pino… Y había otra sobre El Vaticano, El Vaticano tiene que arder. Como yo no tocaba instrumentos, me decidí por escribir las letras”.
En cuanto Coco y los del 1.500 tuvieron repertorio propio, dieron su primer concierto: “Hicimos una actuación en León con Los Cardiacos, que eran el grupo estelar. Venía antes una quincalla de grupos entre los que estábamos nosotros. Lo recuerdo bien, fue un subidón. Y eso que la respuesta del público fue fatal, nosotros íbamos totalmente descontrolados, no había sincronía. Lo recuerdo como un concierto horrible, pero lo pasé bien. De pequeño me pedían que cantara, a los postres de las comidas familiares. Yo lo hacía pero me daba vergüenza, lo hacía desde otra habitación desde la que no me vieran. De adolescente, sin embargo, percibí cuál era mi potencial y supe superar esa vergüenza”.
Más turbulentas serían las primeras actuaciones de Siniestro Total, grupo estandarte del punk gallego al que Coppini se unió con la nueva década de los 80: “Los conciertos eran muy divertidos. La gente lo vivía con pasión y con un rollo visceral total. El público escupía a todo el mundo que se subía a un escenario, fueran Siniestro o Aviador Dro, la cuestión era escupir. ¿Por qué? Porque eso molaba en Londres, allí escupían”…