Casa de la Cultura de la Cistérniga

Elena Hernández y David Ramírez son los arquitectos que están detrás de 2a área arquitectura, un estudio madrileño formado en 2002 que en estos escasos diez años de trabajo han logrado una sólida carrera que arrancó con el estupendo proyecto objeto de este reportaje.

Entre los numerosos premios obtenidos en concursos de arquitectura podemos destacar el del ya construido edificio Sicilia III para la EMV de Madrid o el primer premio para 46 viviendas bioclimáticas en Cerro Muriano en Córdoba en proceso de construcción.

Este dossier contiene, además de la entrevista completa, fotografías, memoria y planos del proyecto.

¿Cuál fue tu primera vez?

Nuestra primera vez fue un estreno importante y completamente inesperado, la Casa de la Cultura de la Cistérniga, en Valladolid, un edificio de 3.000 m2 y urbanización exterior de promoción municipal, con un programa de dotación cultural (aulas, exposiciones, biblioteca…) y auditorio de 450 plazas para el municipio. El PEM fue de 2.394.120,26 €.

¿A que edad?

El concurso se falló en mayo de 2002, justo un año después de presentar el PFC. Teníamos 26 años. Poco después, nos contaron el susto que se dieron los miembros del jurado cuando abrieron el sobre de identificación. Aún así fueron honestos y mantuvieron el fallo.

¿Con quién fue tu primera vez?

El concurso lo presentamos entre cuatro amigos de la ETSAM, de los cuales sólo uno tenía ya el título de Arquitecto y ejercía como tal colaborando en un estudio, el resto estaba desarrollando el PFC. Lo planteamos como algo flexible, en el que cada uno pudo aportar el tiempo que tenía, sin obligaciones o compromisos. Cuando ganamos la exigencia cambió, la responsabilidad recaía directamente en el que firmaba, y la relación de grupo se vió afectada. El Proyecto Básico lo hicimos ya entre tres, y para el Ejecución sólo quedábamos los dos socios que actualmente formamos el estudio. Fue un daño colateral muy amargo, desagradable para todos, hubo que tomar decisiones en situaciones que habríamos preferido evitar. Había puntos de vista demasiados diferentes.

Fue sin duda lo peor de haber ganado, la mayor pérdida, y durante mucho tiempo hizo que no diéramos el paso de proponer nuevas colaboraciones con otros amigos con los que nos podría haber apetecido y enriquecido preparar un concurso, porque creíamos que era mayor lo que se podía perder que ganar. Afortunadamente, con el tiempo, eso desapareció.

 

 

casa de la cultura de la Cistérniga

 

 

¿Cómo conseguiste el encargo?

A través del Concurso de Ideas que convocó el Ayuntamiento de La Cistérniga. Era muy limpio, muy abierto, no había condicionantes, sólo la documentación técnica y la acreditación de ser arquitecto. El jurado estaba compuesto por Arquitectos del Colegio y la ETSA de Valladolid y políticos y miembros del Ayuntamiento.

Nunca habíamos presentado un concurso, fue también en ese sentido nuestra primera vez. Un estreno integral. Éramos tan novatos que lo enviamos una semana antes de que acabara el plazo. No nos ha vuelto a pasar con ninguno.

¿Cómo te sentiste?

Literalmente, como si nos retiraran el suelo bajo los pies. Durante mucho tiempo estuvimos más asustados que contentos. En ese momento, de haberlo sabido, probablemente no lo habríamos presentado, nosotros hicimos el concurso como el que proyecta por el puro placer de proyectar, sin pensar en absoluto en ganar, mucho menos en construir.

Tras el susto inicial nos tranquilizamos pensando que muchos de esos proyectos se quedaban en el tintero (justo lo que temeríamos ahora), y en la primera reunión con el Ayuntamiento nos dijeron, enhorabuena, y ahora vamos a empezar: la obra debe comenzar en dos meses porque tenemos concedida una subvención de un millón de euros que si no perderíamos. Así que nos tragamos el miedo y empezamos a trabajar. Luego los plazos se pudieron prorrogar y tuvimos hasta final de año para desarrollar el proyecto completo.

¿Cómo fue y cuanto duró la obra?

Lo que empezó con tan poco plazo terminó eternizándose, puesto que se construyó casi en su totalidad gracias a las subvenciones de los Planes Provinciales de la Diputación de Valladolid, que eran partidas anuales, y hubo que fraccionar la contratación en cuatro fases de ejecución, adjudicadas por concurso. Comenzó en 2003 y emitimos el certificado final de Obra en 2009. Entre medias, dos empresas constructoras, un tendido eléctrico de alta tensión con torre incluida en medio del solar, tres cambios de gobierno municipal, cambios de normativa técnica… un estreno en todos los sentidos.

¿Qué hiciste esa primera vez que no hayas vuelto a hacer?

En el proyecto definir todo de manera obsesiva. Teníamos que suplir la falta de experiencia con trabajo y conocimiento, sabíamos que sólo así podríamos defender la obra, no había desviación económica posible. Durante la ejecución documentar todo muy exahustivamente, planos, fotografías, collages, mucho tiempo invertido en material gráfico que ahora por desgracia, no siempre podemos hacer.

Como anécdota, pedir prestado un coche para la primera reunión porque no nos atrevíamos a aparecer con el nuestro y vestirnos, o disfrazarnos más bien, de personas serias.

 

 

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¿Qué no hiciste que te hubiera gustado haber hecho?

Como parte del encargo, haber podido entrar en otra escala de definición, especialmente en interiores, pero no teníamos presupesto, ni experiencia seguramente, para ello. Además, nos habría gustado participar en la selección y diseño de mobiliario y equipamiento, como algo integral del edificio, pero se ocupó el propio Ayuntamiento desde la concejalía de Cultura.

¿Qué consideras que es lo mejor de aquel proyecto?

La coherencia del edificio en sí, y de éste en relación con lo planteado en el concurso, no hubo apenas modificaciones, pudimos ejecutarlo como lo diseñamos de origen. La contundencia exterior, el diseño de elementos exteriores y el uso de los materiales. La dificultad de ajustarnos a un presupuesto de 800€/m2 incluido plaza, urbanización y equipamiento, con cuatro de fases de obra y dos empresas constructoras, y mantener la calidad constructiva. El diseño y la ejecución estructural, la limpieza de los detalles constructivos.

¿Y lo peor?

La falta de detalle o de innovación en acabados interiores, en los que el edificio pierde potencia.

¿Has vuelto a visitar la obra?

Sí, la visitamos el año pasado una vez transcurrido el plazo de garantía y estaba en muy buen estado, en general la habían respetado mucho, apenas había elementos añadidos a la arquitectura inicial. Y milagrosamente, los muros de hormigón se encontraban intactos y libres de grafittis.